Maduramos para la gloria del Padre. Él es la razón de nuestra existencia.
Los adultos espirituales han aprendido a trasladar cada vez más el honor al Padre. Reconocen la providencia de Dios, -Su bondad, poder y sabiduría- mientras le claman en medio de las pruebas.
El madurar la piedad consiste simplemente en vivir para engrandecer a Dios Padre en cualquier circunstancia en la que nos encontremos.Maduramos en el nombre del Hijo. Él es nuestra ayuda y nuestro ejemplo.
Los pasajes más significativos del libro de Juan, en particular Juan 15, declaran que sin Cristo no podemos hacer nada. Si no permanecemos en Él,
no seremos capaces de llevar ningún fruto que permanezca. Los cristianos también deberíamos pasar por las dificultades como lo hizo Jesús: con humildad, buscando oportunidades de servicio y sacrificio. Clamamos al Padre, quien de otra manera no nos escucharía, en el nombre del Hijo.
Esperamos el día en que Su nombre sea reconocido por encima de todo nombre, incluso sobre nombres de enfermedades como el COVID-19. Cuanto más nos identificamos con el Nombre de Jesús, más maduros y más cristianos somos.
Maduramos para la gloria del Padre. Él es la razón de nuestra existencia.
Los adultos espirituales han aprendido a trasladar cada vez más el honor al Padre. Reconocen la providencia de Dios, -Su bondad, poder y sabiduría- mientras le claman en medio de las pruebas.
El madurar la piedad consiste simplemente en vivir para engrandecer a Dios Padre en cualquier circunstancia en la que nos encontremos.Maduramos en el nombre del Hijo. Él es nuestra ayuda y nuestro ejemplo.
Los pasajes más significativos del libro de Juan, en particular Juan 15, declaran que sin Cristo no podemos hacer nada. Si no permanecemos en Él,
no seremos capaces de llevar ningún fruto que permanezca. Los cristianos también deberíamos pasar por las dificultades como lo hizo Jesús: con humildad, buscando oportunidades de servicio y sacrificio. Clamamos al Padre, quien de otra manera no nos escucharía, en el nombre del Hijo.
Esperamos el día en que Su nombre sea reconocido por encima de todo nombre, incluso sobre nombres de enfermedades como el COVID-19. Cuanto más nos identificamos con el Nombre de Jesús, más maduros y más cristianos somos.