Cuando llevamos esta práctica a nuestra vida de querer lo de los demás, es desastroso y se nos olvida correr nuestra carrera sin envidiar al que va adelante y SER humildes.
Se nos olvida que tenemos talentos únicos, nos cegamos deseando lo ajeno y no nos damos cuenta de nuestro potencial. Cuando vas en tu carrera, a tu ritmo, te darás cuenta de los dones especiales que Dios ya ha depositado en ti y que depende de cada uno de nosotros descubrirlos.
Y si sientes que perdiste el rumbo, recuerda que hay una brújula llamada Biblia.
¡Corre tu carrera! vive tu aventura personal de la mejor manera. Disfruta los paisajes que Dios te pone, disfruta las pequeñas cosas. No te abrumes por la velocidad porque no se trata de quién llega primero en la carrera de la vida.
Se trata de cómo llegamos. Se trata de que aprendimos y como lo aplicamos en nuestra vida.
Aprende a vivir y explorar los talentos que en Cristo Jesús tienes, no por tu merito lo had alcanzado, sino porque Dios te lo ha regalado por gracia. Sed imitador de Cristo.
Que Dios te bendiga, y oro para que te muestre quien eres en El.