El libro de Rut comienza con la historia de una familia que vivía en Belén. Estaban viviendo en una ciudad conocida como la casa del pan, aun así había hambruna. El autor no nos cuenta mucho sobre las circunstancias de la familia, comenzamos casi inmediatamente con su viaje hacia Moab.
Desde el principio, la nación de Moab fue una nación de inmoralidad. Sin embargo, Elimelec tomó la decisión de desplazar a su familia de la casa del pan para viajar a una nación extraña llena de pecado.
Irónicamente, Elimelec se fue para escapar de la muerte, y aun así él y sus hijos encontraron justo eso en el plazo de una década.
No solo su mala decisión le afectó negativamente a él, sino a toda su familia. Debemos darnos cuenta de que las decisiones que tomamos en la vida afectarán a otros.Una vez que Elimelec salió de la voluntad de Dios, ya no tuvo la capacidad de distinguir entre lo bueno y lo malo. Permitió que sus hijos se casaran con mujeres moabitas que no conocían a Dios y permitió matrimonios en yugo desigual. Con una mala decisión,
Irónicamente, Elimelec se fue para escapar de la muerte, y aun así él y sus hijos encontraron justo eso en el plazo de una década. No solo su mala decisión le afectó negativamente a él, sino a toda su familia.
Debemos darnos cuenta de que las decisiones que tomamos en la vida afectarán a otros.
Una vez que Elimelec salió de la voluntad de Dios, ya no tuvo la capacidad de distinguir entre lo bueno y lo malo. Permitió que sus hijos se casaran con mujeres moabitas que no conocían a Dios y permitió matrimonios en yugo desigual.
Es importante que tú y yo busquemos la voluntad de Dios en lugar de hacer lo que creemos que es lo mejor.
La buena noticia es que Dios restaura y Dios es Bueno. No vemos solo a una familia destruida por una decisión. Dios aún no ha terminado.Como pueblo de Dios tenemos una oportunidad única para conocer Su voluntad y vivir bajo Su abrigo. Existen tiempos en la vida en que la tormenta golpea.
Es en esas temporadas cuando podemos buscar Su voluntad y confiar en Él o podemos apoyarnos en nuestro propio entendimiento y decidir lo que creemos que es mejor. Después de todo, el plan de Dios es mejor que el nuestro.