Jesús entra a Jerusalén montado en un asno, mientras la multitud lo aclama con ramas de palma y gritos de '¡Hosanna!'. Este día marca el comienzo de su camino hacia la cruz. La gente esperaba un rey terrenal que los liberara de la opresión romana, pero Jesús vino a traer salvación eterna. Su entrada simboliza humildad y cumplimiento profético. No vino con ejércitos ni con fuerza militar, sino con mansedumbre y paz, cumpliendo la profecía de
Zacarías 9:9.
Su misión no era política, sino espiritual
Redimir al mundo del pecado y traer esperanza eterna. La multitud que lo recibió con entusiasmo pronto cambiaría su actitud. Esto nos desafía a preguntarnos: ¿estamos dispuestos a seguir a Jesús solo en los momentos de gloria o también en los tiempos de prueba?Muchos esperaban que Jesús estableciera un reino terrenal y derrocara a los romanos, pero su propósito era mucho mayor: la restauración del corazón humano y la reconciliación con Dios. Su entrada nos invita a recibirlo no solo con emoción, sino con una entrega genuina que permanezca incluso en tiempos de dificultad. La fe en Jesús no se basa en lo que Él puede hacer por nosotros aquí y ahora, sino en lo que Él ya hizo en la cruz.Aplicación Práctica:
¿Cómo recibes a Jesús en tu vida?
Reflexiona si le das un lugar de honor en tu corazón o solo lo buscas en tiempos de necesidad. Examina tu vida y reconoce si Jesús es verdaderamente tu Rey.