Cuando el hijo pródigo regresó a su padre, el padre corrió a recibirlo.
Cuando la errante paloma regresó al arca, Noé extendió su mano y la hizo entrar consigo.
Cuando la tierna esposa busca la compañía de su marido, él viene a ella sobre las alas del amor. Vamos, entonces, querido amigo, acerquémonos a Dios, que nos espera lleno de gracia, sí, y sale a recibirnos.
¿Advirtieron alguna vez ese pasaje en Isaías 58: 9?
Allí nos da la impresión de que el Señor se pone a la disposición de Su pueblo, diciéndole: “Heme aquí”. Equivale a decir: “¿qué tienes que decirme? ¿Qué puedo hacer por ti? Estoy esperándote para bendecirte.”
¿Cómo podríamos dudar en acudir a Él? Dios está cerca para perdonar, para bendecir, para consolar, para ayudar, para revivir y para liberar.
Nuestro primer propósito debe ser acercarnos a Dios. Hecho esto, todo estará hecho. Si nos acercamos a otros, podrían cansarse de nosotros y dejarnos muy pronto; pero si buscamos solamente al Señor, Su mente no cambiará, sino que continuará acercándose más y aún más a nosotros mediante una comunión más plena y más gozosa.
Hermano, amigo(a) yo te animo que nos acerquemos a Dios, y diria tu?Deleitate en el Señor y él te confederatie las peticiones de tu Corazón.
Salmos 37:4
19 Mi Dios, pues, os proveerá de todo lo que os falta conforme a sus riquesS en gloria en Cristo Jesús Señor nuestros
20 Al Dios, pues, y Padre de nuestro, sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén
Filipenses 4:20.